2000 - 2006: ¿Y la corrupción?

Nacional
Juan Ciudadano
2000-2006: ¿Y la corrupción?
Seis años después, las tepocatas, alacranes, alimañas y víboras prietas siguen vivas y coleando.
El Informe de Transparencia Internacional dado a conocer hace unos días lo confirma, México retrocede entre el 2005 y el 2006 del lugar 65 al 70 en el ranking que ordena a los países de los menos a los más corruptos.
Más preocupante es el descenso en la calificación del País de 3.5 a 3.3.
En otras palabras, no es que nos estén sobrepasando, sino que estamos -en el mejor de los casos- estancados.
Finlandia, Islandia y Nueva Zelanda, países que parecen inalcanzables, obtuvieron 9.6 de calificación, pero un poco más abajo, Qatar, los Emiratos Árabes, Eslovenia y Chile estuvieron por encima del 6, es decir, duplican lo obtenido por México.
¿Qué falló?
1. La política de peces gordos La Administración del Presidente Fox perdió tiempo valioso en la búsqueda ociosa de peces gordos. No los atrapó y el fracaso en una lucha tan anunciada terminó convirtiéndose en un mensaje a favor de la impunidad.
Se desperdició la oportunidad de redefinir la lucha contra la corrupción como algo cuyo éxito depende de establecer nuevas reglas que hagan del abuso algo difícil, tanto para peces grandes como para los chicos.
Terminamos el sexenio con un marco jurídico insuficiente para disuadir y perseguir la corrupción.
Sigue haciendo falta que las declaraciones patrimoniales estén obligatoriamente disponibles a todos, que se defienda más decididamente el carácter público de los registros públicos (valga la redundancia) y que cualquier ciudadano pueda llevar ante un juez las pruebas para condenar a un político corrupto, es decir, romper el monopolio de la acción penal que mantiene el Ministerio Público.
Ojalá que el nuevo Gobierno venza la tentación de los golpes espectaculares a peces gordos y mejor se enfoque a cambiar las reglas del juego.
2. Apertura y simplificación La cantidad de abusos y actos de corrupción de la burocracia media está en relación directa a la complejidad de los trámites.
Hay infinidad de ejemplos de esto.
Así, por ejemplo, en los Estados en donde sacar una licencia de manejar, pagar el impuesto predial o liquidar una multa de tránsito son trámites que toman 15 minutos -y que, incluso, se pueden realizar por internet-, el mercado de la corrupción ha disminuido considerablemente.
La combinación de apertura informativa y simplificación administrativa son la pinza, hasta ahora incompleta, que permite abatir la corrupción.
3. La -virtual- transparencia local Para el ciudadano común y corriente, el Gobierno es uno -no importa si es municipal, estatal o federal- y es natural que la percepción de corrupción se forme a partir del ámbito gubernamental con el que tiene contacto más frecuente, que por lo regular es el local.
En los Estados y municipios, la lucha contra la corrupción, la apertura informativa real (no la de membrete) y la simplificación administrativa son esfuerzos muy desiguales, mientras que con el ascenso del crimen organizado en todo el territorio nacional crecen los recursos disponibles para corromper.
4. Monitoreo estructurado Si bien durante el sexenio surgieron iniciativas de la sociedad por monitorear algunas áreas específicas de la administración pública, el número y alcance de estos esfuerzos están muy por debajo de lo que necesita un país como México para que la burocracia verdaderamente se sienta tras una vitrina.
Es cierto que el cambio prometido por Vicente Fox no fue lo que se esperaba, pero tampoco la sociedad ha sacado todo el jugo a las nuevas oportunidades para ejercer control sobre los recursos públicos.
En el tema de la corrupción, México no se puede dar el lujo de un horizonte 2030.
A más tardar, en un sexenio debemos estar por encima del 6 de calificación en el índice de Transparencia Internacional.
Correo: juanciudadano@juanciudadano.comJuan Ciudadano es el nombre de pluma de un grupo de personas preocupadas por el derecho a la información.

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Fecha de publicación: 20-Nov-2006