Rosario Avilés
Martes 27 de Abril, 2010
El establecimiento de la nueva Agencia Espacial Mexicana (AEXA, algo así como la NASA mexicana) se parece al comportamiento de algunos jeques árabes que compran lujosos automóviles sin tener calles o carreteras pavimentadas.
Como dirían las abuelas: “no andas, corres… no corres, vuelas”. Antes de saber correr ya quieren volar y nuestros políticos ya quieren ir al espacio sin que exista al menos una industria mexicana del transporte aéreo consolidada y –aunque fuera en el papel– estratégica y prioritaria para el desarrollo del país.
No tenemos aerolíneas fuertes, nuestra flota es pequeña, la ciudad de México —el centro neurálgico del país— carece de un aeropuerto de dimensiones serias, capaz de albergar el crecimiento del transporte aéreo, y una gran parte de los aeropuertos del resto del país está por el estilo.
Es más, ni siquiera existe una política de Estado en materia de transporte aéreo. Nuestros funcionarios públicos llevan meses pergeñando un documento entre sus cuates que ni siquiera tiene consenso, y que aparecerá publicada cuando ya estemos en el último tercio del sexenio.
¿Por qué será tan difícil que los sucesivos gobiernos se tomen en serio una actividad que antes era considerada de primera importancia y que, además, bien llevada puede provocar una derrama importante en otros sectores y consolidar el comercio y el turismo?
Ejemplos en el mundo sobran. No es gratuito que los estadunidenses se apresuren a rescatar su aviación con subsidios (¡horror!, dirían los tecnócratas ante esa mala palabra, pero es verdad que el gobierno de Estados Unidos subsidia a sus aerolíneas y lo hace porque ellas tienen una misión específica para la economía estadunidense).
Y es sumamente triste ver que aquí no se puede contar ya no digamos con subsidios, si el tema les resulta tan incómodo, pero ni tan siquiera con una triste política de Estado y algo de dinero para la estructura de soporte de la industria en sistemas de control de tránsito aéreo o en salarios para los inspectores de Aeronáutica Civil.
Poco después del accidente donde perdió la vida el entonces secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, la Organización de Aviación Civil Internacional hizo una auditoría en el aeropuerto de la ciudad de México y en varias áreas de operación del transporte aéreo. Ni qué decir que dichas recomendaciones no han sido atendidas o apenas insinuadas en algunos documentos de trabajo.
El tema es tan urgente que la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos (la FAA), que también realizó una visita de inspección al país, ha insistido en que si no se atienden las recomendaciones más urgentes, México será degradado a país categoría 2 en la clasificación de seguridad que tiene nuestro vecino del norte: o sea, no sólo no adelantamos, sino que descendemos de sitio.
Y no se trata de buscar certificados de buena conducta, sino de que nuestras aerolíneas ingresen a territorio de Estados Unidos en igualdad de condiciones que el resto de las empresas aéreas.
Se trata de ser competitivos, de utilizar al transporte aéreo como una herramienta de competitividad, de invertir en un sector que nos traerá las divisas que contribuyan a equilibrar la pérdida de recursos por la baja en las ventas petroleras y en la recepción de remesas. Es decir, es una inversión para hacernos rentables en el cortísimo plazo.
Sin embargo, tal parece que lo obvio no tiene cabida en las prioridades del país. El sueño de la Agencia Espacial –con su presupuesto correspondiente que ya se pelean los estados de la república– les parece más interesante que hacer cosas serias en sectores concretos, como hacer más seguro el espacio aéreo del Valle de México, o menos vulnerables a los inspectores de la DGAC pagando salarios decentes, o apuntalar a las aerolíneas que ya existen con suministros de combustible seguros y a crédito.
No se trata de denostar las posibilidades de una base de lanzamiento de naves espaciales, sino de empezar por tener una gran terminal aérea que no se encharque, que se haga respetando los lineamientos de la OACI para este tipo de infraestructura y que le permita al transporte aéreo crecer al ritmo que la economía del país lo hace. O qué: ¿ya renunciamos a tener un sector competitivo?
raviles_2@prodigy.net.mx
Expresando ideas de cómo leo la política, esperando generar reflexiones, para poder crear, una convivencia más humana, entre todo actor social. Una nación conformada por SUJETOS, podrá remar de manera más sencilla, al puerto donde la igualdad y la justicia social, sean una realidad, y no promesas como parte de discursos, que se re-estrenan, cada temporada electoral.
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