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sábado, abril 17, 2010

La justicia y la muerte de Paulette

Es posible, que le llame la atención, el silencio que de repente dominó a este espacio.¿La razón de tanta pausa? simple y sencillamente se llama, Hastío. Antes de colocar brevemente un comentario, quiero lamentar el accidente aéreo, que sufrió una aerolínea de carga en Monterrey. Un A300 y una lluvia tremenda, que posiblemente pudiera ahogar la potencia de las turbinas. ¡Que descanse en Paz toda la tripulación! y que sus familiares y amigos, logren encontrar una pronta resignación.
Pasemos al retórico escenario nacional, que desafortunadamente no está carcomiendo el ánimo...

No logramos avanzar en nada. Cada día las páginas de los medios, se llenan, contandónos muchas desgracias. INOCENTES masacrados, por una "guerra" que jamás se ganará y aún a pesar de saberlo, el co gobierno nos condena a seguir entrampados, dentro de una tormenta, de violencia, de miseria humana, de corrupción e impunidad. Desde la "visión" de calderolandia, los civiles asesinados, son los menos ¡!
Niños, Mujeres y hombres que en el día a día pierden la vida, mientras un co gobierno insensible, sencillamente etiqueta los hechos, como "daños colaterales". Los ciudadanos que han perdido la vida, también van perdiendo, el respeto y valía que debiera aportar el co gobierno, por lo menos a  su condición humana/ciudadana. Ni una palabra de que el co gobierno asuma por lo menos los gastos de funerales y mucho menos, que se haga cargo económicamente, de los que ven cómo se parte su familia, ante la impotencia que es, el claro abuso y ejercicio del, NO PODER.
Pero nuestros males no se centran únicamente en los actos violentos, sino en la falta de altura de miras, en la incapacidad de lograr una visión de estado, en la deficiencia que han mostrado todas las procuradurías y en la nula capacidad que se tiene, tanto en secres de estado, como en los que ocupan de estar, medio legislando.
Se van arrinconando los pendientes y en el futuro inmediato, estaremos saturados de procesos electorales. La oferta política será de la de siempre: mentiras y promesas para un futuro con expectativas, equidad y justicia social, ofertas laborales, infraestrucutura, respeto al Estado de Derecho así como, el  nuevo imán que ofrerta, el empoderar al ciudadano, serán parte del paquete y promesa electoral, que en los hechos sabemos,  nunca serán cumplidas.
En la realidad cotidiana, tenemos, las mentiras, el dispendio, el tráfico de influencias, la falta de servicios, un servicio educativo que no logra cubrir, ni el nivel o las necesidades de todos los educandos, un enrome desempleo, inseguridad y violencia, monopolios, oligopolios y los clásicos negocios para todos, SUS, cuates.
Hoy le dejaré un editorial, que evoca la indefensión en la que tenemos a todos los pequeños niños. Ciudadanos que no logran acaparar todos los reflectores ni el decidido respaldo en políticas públicas, que hoy más que nunca muestra, cuántas son las atrocidades que los afectan, como grupo vulnerable, entre los vunerables
Laura Tena

La justicia y la muerte de Paulette


Lídice Rincón Gallardo


El Universal
Sábado 17 de abril de 2010






A Paulette y todos los niños y niñas cuyas muertes no han sido aclaradas






Quiero referirme públicamente —por primera y única vez— a la muerte de Paulette, dolorosa por varios motivos, y que requiere tratarla como un asunto de justicia, no de morbo.






Aunque sea un hecho evidente, no puedo dejar de señalar la tragedia que significa la muerte de una niña destinada a vivir mucho tiempo y que súbitamente perdió todo su futuro. En Los imperdonables —el hermoso western crepuscular de Clint Eastwood— un sicario arrepentido afirma que matar a alguien no sólo es quitarle todo lo que tenía sino también todo lo que iba a tener en el futuro. Así fue con Paulette, cuya muerte es doblemente dolorosa por las circunstancias criminales que la rodean y por la exposición indecente de su imagen y su cadáver —cuando lo decente habría sido permitirle dejar este mundo de manera discreta e íntima, con el dolor por su ausencia llorado a puerta cerrada y lejos de los medios de comunicación.






Entonces afloraron serias dudas sobre el manejo policiaco que se dio al caso. ¿Cómo es posible que durante varios días no se haya advertido la presencia del cuerpo? ¿Tanta gente que entró y salió no vio nada? ¿Tampoco la persona que durmió en la recámara lo notó? ¿Y quienes tendieron la cama? ¿Y los que concedieron entrevistas sobre el mueble? ¿Cómo es posible que nadie haya notado el cuerpo ni el olor característico? ¿El cadáver fue sembrado? ¿Cómo podría pasar esto en un inmueble resguardado por la autoridad?






Mucho ruido y pocas nueces. Pocos reflexionaron, por ejemplo, sobre la conexión automática que la opinión pública estableció entre la discapacidad de Paulette y la apreciación de ésta como motivo suficiente para que alguien se convirtiera en asesino. Nadie cuestionó que se aludiera a la discapacidad de Paulette como móvil natural del asesinato, porque naturalizados en nuestras prácticas sociales están los estereotipos discriminatorios sobre la discapacidad. Los medios perdieron la oportunidad de iniciar un debate sobre la percepción de la discapacidad en nuestro país, acerca de los prejuicios que circulan ampliamente y las prácticas discriminatorias que generan, pero también sobre el respeto irrestricto —incluido el manejo de su imagen— que es inherente a las personas con discapacidad.






A fin de cuentas regresamos a un viejo problema, la ineficaz impartición de justicia, lo poco confiables que son nuestras instituciones y cómo la autoridad se mueve sólo ante lo que se torna en un suceso mediático. No se sabe si su muerte se debió a un accidente o fue asesinada. Cuándo murió Paulette, si su cuerpo estuvo allí todo el tiempo o alguien lo colocó. No se sabe si los padres son sospechosos y, en tanto, la familia se desintegra y se acusa. ¿Quién cuida a la hija mayor hoy?, ¿quién garantiza el respeto a sus derechos fundamentales? Sin duda, el caso se tornó cada día más importante para las autoridades. No obstante, me pregunto, si la niña hubiese procedido de una zona popular, ¿habría concitado el mismo interés? ¿Si no hubiese presentado alguna discapacidad el revuelo habría sido menor? ¿Les habría interesado a los medios? ¿Se hubiera presentado el procurador estatal? Las deficiencias en la investigación y las declaraciones de los involucrados tratando de resolver éstas y otras preguntas sólo generaron nuevas interrogantes.






En contraste, a diario miles de niños son víctimas de violencia, maltrato y abusos en México. ¿Quién defiende los derechos de los niños maltratados en sus casas? ¿Alguien en su momento intentó detener los abusos de Marcial Maciel con un despliegue mediático y policial como el que hoy nos ocupa con la muerte de Paulette? ¿Qué ha pasado con los derechos de los niños que fallecieron en la guardería ABC? ¿Por qué no provoca el mismo interés la muerte de Bryan y Martín Almanza Salazar de 5 y 9 años de edad, respectivamente? ¿Acaso no somos iguales ante la ley? ¿Por qué el trato discriminatorio, es decir, diferenciado? El problema no es dilucidar si el sistema legal es eficiente o no, confiable o no, sino en la falta de credibilidad en las acciones encaminadas a impartir justicia en el país. Una justicia que sólo se torna expedita cuando está bajo el escrutinio de los medios de comunicación o de gente con poder económico, y que incluso en esos casos falla y deja muchas dudas.

Presidenta de la Fundación Gilberto Rincón Gallardo







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