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sábado, noviembre 17, 2007

Democracia vía poliarquía.

Antes de dejar 2 buenos editoriales, que encontré el día de hoy, les comparto una vista, que anda ocupada en buscar información, aquí presentada, de esa afortunda empresa que es, ICA:





http://lauratena.blogspot.com/2007/08/ica-fluor-daniel-obtiene-contrato-de.html

Ese link, los llevó, al un texto del blog, así como las irregularidades documentadas, por la ASF. No se extrañe, que como fue el caso de Autotanques, y de varios contratos, que aquí coloqué mediante ligas, y después sencillamente desaparecieron, ya que en ellos, se podía ver y conocer, contratos, que se cedían en PEMEX, en los buenos tiempos de director, Juan Bueno Torio, hoy senador del PAN. Por cierto, no se pierda reporte indígo, que también trata el tema de Pemex. http://www.reporteindigo.com/


Pues bien, la insastisfacción, hoy la encontramos en México, en miles de marchas y protestas, pero también en argumentos, que se comparten en varios espacios, y en distintas formas. Hoy, mediante el valor de la palabra, que sin duda recobra mucha fuerza, se coloca la disyuntiva, que como sociedad mexicana deberemos reflexionar, para empujar, a ese México, en el que no pasa nada, y con ello, logremos erradicar, ese Síndrome de INDEFENSIÓN adquirida.

Los dos editoriales, sin duda tienen, profundas verdades...

Democracia vía poliarquía

Por Rafael Ruiz Harrell



Oswald Spengler, un filósofo romántico que publicara en los veintes del XX su obra máxima -La decadencia de Occidente-, surge de vez en cuando para recordarnos fantasmalmente la solemne afirmación de que en los problemas políticos que plantea la historia "ducunt fata volentem nolentem trahunt" -o hacemos lo que el destino quiere o no hacemos nada.

La afirmación es lo suficientemente ambigua como influir en tirios y troyanos, de tal manera que no sorprende que en cierto sentido haya influido, al menos en cierto grado, en el pensamiento de Robert Dahl, un destacado politólogo estadounidense, que cree también que en la política y la historia puede haber un destino.

Y en este caso nuestro país también tiene un destino y lo que exige es un cambio muy delicado que puede terminar entre el enredo político que tenemos hoy, la hegemonía -que quieren el PAN, ignorando males mayores, o el PRI, a sabiendas de los mayores-, o en una poliarquía que parecen ignorar casi todos y que cambia radicalmente las circunstancias.

El error está en el suntuoso lenguaje de Spengler: para Dahl no se trata de que no lograremos nada a menos de que hagamos lo que el destino quiere. Lo que nos advierte es que el destino quiere un cambio, pero sólo importa si le imponemos un horizonte y un destino, en este caso los de la poliarquía, y logramos evitar que terminen por pudrirse los torpes e inconexos pedazos de democracia que tenemos.

Sólo si actuamos, y actuamos bien, conseguiremos que nuestra democracia siga los cauces de la poliarquía y el cambio nos conduzca a ella.

Acceder a una democracia funcional y accesible para todos los sectores no es una dificultad que se supere logrando que la imagen de Calderón sea mejor vista que la de Marcelo Ebrard, por citar un caso posible, o lograr que tolerar los costos de la represión de la oposición en la vida política -paso inevitable en la poliarquía- disminuyan a medida que lo hagan los costos que implican conservar la tolerancia hacia las oposiciones.



"Cuando los regímenes hegemónicos y las oligarquías competitivas -nos alerta


Dahl en su conocido texto- inician un cambio hacia la poliarquía, aumentan las posibilidades para la participación y la oposición efectiva y en consecuencia también crece el número de personas, grupos e intereses cuyas preferencias deben ser consideradas al elaborar las políticas de gobierno centrales".




Eso es parte importante del costo de tolerar la oposición. Cuando tales costos aumentan, necesariamente disminuyen los costos de mantener la represión contra la oposición.



Es necesario que tales costos estén limpios y sean claros para que la poliarquía que se alcance también lo sea.



De no ser así, resultará una hegemonía todavía menos habitable que la que venimos transitando y por desgracia la conducta de Felipe Calderón, lejos de ser limpia o clara, surge de un mundo de dudas y contradicciones.Las nociones de Calderón son muy estrechas y siguen funcionando dentro del limitado margen de las nociones electorales. Aunque emplea un lenguaje amable y lleno de cortesías, en la práctica sus acciones están aumentando brutalmente los costos de mantener la represión contra la oposición.




Su reiterada advertencia de que los opositores se oponen y frenan el desarrollo de México sin colaborar en nada a su desenvolvimiento no abre nuestra hegemonía, sino que hace de ella una oligarquía competitiva.



En suma, aunque estamos en medio de un cambio en el que ya se ha liberado a la opinión pública, los resultados que amenazan con obtenerse serán de los más lamentables si no intervenimos en el proceso y no hacemos nada, que a fin de cuentas es lo que quiere -y puede- Felipe Calderón.



El orden de los problemas que enfrentamos es de una jerarquía mucho mayor que el concedido por el presidente de la República. No sólo es su cargo o su imagen los que están en juego, es el país entero.


Importa, y muchísimo, quiénes serán los sucesores naturales de cada bando en las elecciones del 2012, pero importa mucho más cómo se gobernará el país de aquí a ese entonces: si pensando en la gente o ciegamente entretenido con los intereses de la oposición y en los medios para reprimirla y controlarla.



Y en esto quien no puede, quien no tiene con qué superar la dificultad es el presidente Felipe Calderón. Sus debilidades e incapacidades nos están dejando con una presidencia débil, incapaz para la maniobra, proclive a la corrupción y propia de las sociedades políticas cerradas, impenetrables a la modernidad de las poliarquías.




Era evidente que un hombre que al llegar a la silla presidencial le entregó el poder a las fuerzas armadas para ver si podía legitimarse con que algo lo salpicara acabaría llegando a ponernos en una situación como la que hoy enfrentamos.



Ayudarlo en su problema, desde su perspectiva, es ayudar a que el país termine este sexenio -si es que lo termina- con un nuevo desastre en el cual la ingobernabilidad, la corrupción y la imposibilidad institucional de superar los problemas más simples sean la regla.



No importan los datos que arrojó el proceso electoral de julio del año pasado: Felipe Calderón no es apto para manejar nuestro país.


Correo electrónico: ruizharrell@gmail.com


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ESTA NOTA PUEDES ENCONTRARLA EN:
http://www.reforma.com/editoriales/nacional/415/828648/




SOBREAVISO

Hacer o no política
René Delgado
17 Nov. 07

Sin una definición clara sobre su sentido y dirección, el movimiento lópezobradorista corre el peligro de consolidar lo que resiste.El discurso de la denuncia sin propuesta -no sólo retórica sino también comprometida en la acción-, tiene el valor del testimonio pero no más.

La apuesta al fracaso del adversario y la dañina idea de derivar ganancias del error del contrario, son un albur gobernado no por uno sino por el otro y las circunstancias. La tentación de jugar en los linderos de la revolución y la reforma, de la ruptura escandalosa y la negociación callada deja mal parado a quien juega a rebotar en esa raya.

En ese campo se ha desempeñado el movimiento lópezobradorista que, ahora, más allá de voluntades y personalismos, está obligado a decidir si quiere o no hacer política. ...

A nadie le ha resultado fácil digerir lo ocurrido aquel 2 de julio.

Ni el presidente Felipe Calderón ha podido estampar el sello de su gobierno porque, atenazado por los intereses que presionaron su elección, su margen de maniobra es en extremo reducido y el destino de su gestión, una interrogante.



Más se le facilita acotar al crimen organizado que a los capos de su partido que, una y otra vez, lo desafían o lo colocan contra la pared. Probablemente la llegada de Germán Martínez a la dirigencia de Acción Nacional lo coloque en otra perspectiva, pero mientras eso ocurre Manuel Espino y Vicente Fox de a tiro por declaración lo lastiman una y otra vez.


Lo mismo le ocurre a su principal opositor, el dirigente Andrés Manuel López Obrador: sabe de la fuerza social de su liderazgo, pero no de la dirección política a imprimirle. Duda y juega doble. Manda al diablo a las instituciones, pero actúa bajo su manto. Asegura no querer cargar la responsabilidad de llevar a la violencia el movimiento que impulsa, pero una y otra vez lo coloca a la puerta de ella.


Afirma no reconocer a la autoridad pero, al momento de llegar al límite, frena la resistencia.

Ambos personajes juegan en sus respectivos campos a mantener y acrecentar su presencia en el ánimo ciudadano y popular, sin acabar de entender el guión y el rol que protagonizan.


Juegan sin decidir porque les faltan fuerza, organización y herramientas y, de a poco, por el simple transcurso del tiempo, la inercia los va haciendo su presa.

Se complementan sin querer. ...

Probablemente, sólo unos cuantos personajes de la tercera fuerza han encontrado el resquicio para colarse en esa obra tampoco escrita para ellos.



El senador Manlio Fabio Beltrones no desperdicia oportunidad para aparecer en escena como un factor de cogobernabilidad y ha conseguido inscribir su nombre en la cartelera, cuando menos de los actores de reparto.



A su ímpetu se debe la reforma electoral que, curiosamente y en muy buena medida, obligó el movimiento postelectoral de Andrés Manuel López Obrador pero que el priista supo capitalizar.El senador entendió bien que su fracción parlamentaria era la única que podía sentar en una misma mesa al PRD y al PAN, y se fajó.

El presidente Calderón carecía del poder de convocatoria y del operador político para hacerlo, y las divisiones del perredismo neutralizan hasta paralizar su capacidad.

Con esa acción, Manlio Fabio Beltrones consiguió reposicionar a su partido que, junto con el desempeño electoral que tuvo a lo largo del año, se recupera y fortalece.



Falta por ver, desde luego, qué será de Manlio Fabio, Beatriz Paredes y Enrique Peña, así como de los gobernadores tricolores que no simpatizan con ninguno de ellos tres, cuando la elección intermedia lleve a traducir en cuotas de poder la prevalencia y la hegemonía de esas personalidades dentro y fuera de su partido.

Mientras eso ocurre, la supuesta debacle priista -fijada como destino, después de pasar a ocupar el tercer lugar a raíz de la elección presidencial- se aleja de más en más. ...

Por todo eso, Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores están obligados a redefinir el sentido y la dirección de su movimiento, su horizonte y su estrategia.



El esfuerzo sostenido por López Obrador es impresionante. Las cifras son elocuentes. Más de medio centenar de giras por todo el país, más de un millar de municipios visitados, más de un de millón de simpatizantes afiliados al "Gobierno Legítimo", y millares de mítines, reuniones y concentraciones. Todo realizado en tan sólo 16 meses, contados a partir de aquel 2 de julio.



No por nada los allegados a Andrés Manuel López Obrador se enorgullecen y hablan con timbre de orgullo del tesón y el ímpetu de su dirigente pero no acaban de responder la pregunta central de ese esfuerzo: ¿Todo eso para qué?



Y es que la indefinición de López Obrador impide traducir esa fuerza y ese esfuerzo sostenido en acciones políticas de mucho mayor envergadura. La denuncia no trasciende y la resistencia no contiene y, entonces, la contradicción entrampa la acción y confronta en cierto modo al movimiento con el partido.



El esfuerzo del movimiento, paraliza absurdamente la acción del partido, dando por resultado que esa resistencia -sin propuesta ni gana de hacer política-, consolida al gobierno establecido. ...

Por momentos, el discurso rupturista del lópezobradorismo se frena ante el peligro de constituirse en un llamado para dejar las plazas e irse a las montañas.

Por momentos, el discurso político del lópezobradorismo se frena ante el temor de reblandecer la postura radical.


Lo que queda de esa esquizofrenia donde un día el discurso es revolucionario y otro reformista, es la indecisión de hacer o no hacer política en serio.


Seguir por ese sendero, donde a veces se camina por las banquetas y a veces no, tiene por destino impulsar un movimiento sin dinámica y un partido afectado por la contradicción de querer poder y no poder.



Un movimiento y un partido desarticulados que, a la postre, darán lugar a un juego absurdo: pelear el poder que se perdió.




Cuanto hagan o dejen de hacer los seguidores y los no seguidores de Andrés Manuel López Obrador sin duda será determinante en su destino pero lo importante no es eso. Lo importante es que esa indefinición deja a un amplio sector de la ciudadanía sin un instrumento político eficaz que le permita influir en el destino nacional.




Un sector inconforme con el poder establecido y la derechización del país, decidido a participar pero sin romper con la civilidad y la institucionalidad. ...


Vienen de nuevo fechas emblemáticas en el acontecer político de la coyuntura que no acaba de remontar el país.La conmemoración de la Revolución Mexicana y, seguramente, el primer aniversario del gobierno establecido serán ocasión para que el lópezobradorismo ocupe la escena y, más allá de la consabida denuncia, crítica y testimonio que se dará, será importante saber si -después de 16 meses de aquel 2 de julio- hay un replanteamiento de lo que esa izquierda pretende ser y hacer.


Luego de esos dos momentos, vendrán las renovaciones de las direcciones del Partido de la Revolución Democrática y del Partido Acción Nacional y, al arranque del año, las dificultades económicas de la coyuntura comenzarán a cobrar forma. Es preciso saber si el lópezobradorismo quiere hacer o no política. Si se cuenta con él o no.


Correo electrónico: sobreaviso@latinmail.com

http://www.reforma.com/editoriales/nacional/415/828651/



La diferencia entre un país democrático, y uno que no lo es, deviene precisamente del significado más profundo que tiene la siguiente palabra:

democracia
(gr. demokratía ¬ demo- + -cracia)

substantivo fem
1 régimen político en que el pueblo ejerce la soberanía.
2 doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno: ~ cristiana, teoría política y conjunto de partidos que la adoptan.
3 tendencia a mejorar la condición del pueblo.
4 conjunto de los demócratas de un país.
5 país gobernado en régimen democrático: las democracias occidentales, americanas.
Que se escuche bien y que se escuche FUERTE
Y, sin embargo, se mueve...
Laura Tena

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