NO HACER CASO DEL RECUADRO QUE SOLICITA CONTRASEÑA

Ignoro cómo es que aparece un recuadro solicitándole escriba usted una contraseña para consultar el blog. NO HAGA CASO y cierre el recuadro que aparece. Gracias

domingo, diciembre 24, 2006

Sentido y necesidad de justicia

Sentido y necesidad de justicia
Francisco Valdés Ugalde
24 de diciembre de 2006
El Universal

L os problemas de México son innumerables. A cada inicio de un ciclo sexenal se acumulan en las cuentas que hacemos de ellos y aparece un desconcierto sobre su jerarquía. Entre éstos está, ni duda cabe, la transformación del contrahecho sistema de procuración e impartición de justicia. El objetivo que debería guiar este esfuerzo es concebirlo como una parte esencial de la protección que el Estado brinda a los ciudadanos.

El Poder Judicial de la Federación ha pasado por una serie de cambios que lleva más de una década y que ha dado a la Suprema Corte una independencia de la que carecía bajo el sistema de partido de Estado. Los cambios efectuados le han dado capacidades para operar como tribunal constitucional, pero el sistema de justicia en su conjunto no ha evolucionado ni al mismo ritmo ni con la misma eficacia.

El resultado es que la Corte ejerce un gran poder para dirimir conflictos entre los poderes del Estado y los órdenes de gobierno a través de las figuras de acción de inconstitucionalidad y controversia constitucional, pero sus capacidades en materia de amparo siguen siendo sumamente limitadas, al igual que las de los juzgados de primera y segunda instancias.

Ha faltado una visión integral con perspectiva de política de Estado en esta materia. En vez de proceder de forma integral a componer las diversas piezas del sistema de justicia, el Congreso, en el que reside en última instancia la responsabilidad de llevar a cabo esta transformación, ha carecido de esta perspectiva.

Un claro ejemplo de ello es que dejó en el tintero la reforma presentada hace ya dos años por el gobierno de Fox para dar autonomía al Ministerio Público y postergó hasta las calendas griegas las diversas propuestas para emitir una nueva ley de amparo que levante las restricciones de que adolece y que provienen principalmente de la obsolescencia de la fracción segunda del artículo 107 constitucional.

Según esta fracción, el amparo solamente se concede al quejoso si el tribunal correspondiente falla en su favor. De este modo, los actos de autoridad, incluidas disposiciones generales de ley violatorias de garantías, no quedan suspendidos en beneficio de todos, sino únicamente en el de los quejosos particulares. Aunque esta disposición proviene del siglo XIX, representa un verdadero vestigio feudal en la Constitución en pleno siglo XXI.

Sin una visión integral que vincule el sistema de seguridad pública con el de procuración de justicia y con el de impartición de la misma, no llegará nunca una reforma adecuada para un país que debe enfrentar los retos del futuro en un contexto de democracia y libertad.

En democracia, los rasgos paternalistas del Estado tienden a desaparecer, pues la democracia es un sistema político basado en el supuesto de que existan ciudadanos libres. Y los ciudadanos, así como las organizaciones democráticas y los órganos del Estado, deben promover esta tendencia a sustituir el paternalismo por la responsabilidad en el ejercicio de la libertad.

Pero ello requiere de instrumentos jurídicos adecuados. ¿Cuántos problemas que tradicionalmente consideramos "sociales" podrían resolverse mejor bajo un enfoque en el que los componentes de la "sociedad" fuesen individuos dotados de instrumentos jurídicos para defender sus derechos y sus intereses? ¿No habría acaso un gran efecto distributivo de la riqueza si los derechos de propiedad asociados a las garantías básicas y a los derechos humanos fuesen efectivamente justiciables de manera expedita y transparente? ¿No sería acaso el mejor blindaje contra las tentaciones populistas y mesiánicas la existencia de un sistema policial honrado, profesional y transparente, fundado en leyes que provean con certeza y transparencia para la defensa de los intereses públicos y privados de las personas?

Cualquiera que haya estado en una oficina del Ministerio Público, así sea en las instalaciones de la mismísima Procuraduría General de la República, puede dar cuenta del ambiente sórdido y los métodos anacrónicos con que el Estado "procura" la justicia.

Toda persona que haya tenido la experiencia de acudir a los tribunales puede dar cuenta de cómo siguen siendo los más influyentes aquellos a quienes favorece la justicia, aunque hayan delinquido y ello sea probado fehacientemente.

El carácter medieval de nuestro sistema de justicia no ha sido desmontado y se erige como uno de los mayores y más incisivos obstáculos para el desarrollo económico, político y social.

Es difícil aceptar que, a pesar de lo que hemos visto en la campaña electoral y la secuela de conflictos postelectorales, las reformas a la justicia federal y en las entidades federativas no sean todavía una prioridad en la agenda de la mayoría de los políticos.

Bien leído, lo que atestiguamos en la polarización electoral es un reclamo de justicia que proviene de lo más hondo de la sociedad, de los individuos, de las familias. El hecho de que el partido de izquierda haya perdido la elección presidencial por menos de seis décimas porcentuales debería llamar a una urgente revisión de las estructuras institucionales asociadas con la justicia de ventanilla. Poder llegar a un juzgado, cualquiera que sea la naturaleza de la queja, y recibir atención pronta, cierta y transparente es una exigencia generalizada. Darle la espalda puede poner al sistema político al borde de la inestabilidad si no se atiende acelerada y atinadamente.

En cambio, proceder a una atención seria e integral que ofrezca seguridad a las personas, así como buenas leyes, exigibles ante las instancias de procuración e impartición de la justicia, abriría el camino para fundar una cultura de la legalidad cuya ausencia muestra cómo gran parte de la sociedad a falta de mejores instrumentos recurre al mesianismo y al providencialismo.

Ambos serían anacrónicos si la realidad de la justicia en México no fuera la bofetada que todos los ciudadanos de a pie recibimos en el rostro cotidianamente.
ugalde@servidor.unam.mx
Investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM

No hay comentarios.: