Por Denise Dresser
A menos de que replantee la actuación de su gobierno en los próximos tres años, Felipe Calderón corre el riesgo de convertirse en un mayordomo. Alguien parado en la puerta de Los Pinos que recibe allí -de manera muy atenta- al PRI que busca entrar de nuevo. Alguien digno y correcto pero al final de cuentas un sirviente. Alguien apreciado y respetable pero puesto al servicio de quienes realmente poseen el poder. Si Calderón no logra reenfocar las miras de su Presidencia, acabará sirviéndola en bandeja de plata a lo peor del priismo. Él y su predecesor habrán sido responsables de una regresión histórica. Habrán demostrado que después de nueve años, los gobiernos del PAN no logran colocarse al frente de la casa y asegurar su remodelación. Acabarán en la entrada, entregando las llaves a los antiguos dueños, luego de una caravana obsequiosa.
Parafraseando la frase famosa de Einstein, es una locura hacer lo mismo una y otra vez pero esperar un resultado distinto. Si el Presidente sigue por la misma ruta que entraña tan sólo sacudir y desempolvar y encerar la casa que habita, en lugar de dar la pelea por su reconstrucción, los resultados serán predecibles. Si el Presidente no logra asumir una posición más audaz ante los intereses atrincherados y una visión más ambiciosa en torno a lo que queda del sexenio, sera fácil pronosticar su desenlace. Un priismo fortalecido. Una población desilusionada. Una serie de reformas aplaudibles pero insuficientes. Una campaña presidencial en la cual el PAN tendrá poco que ofrecer. Una victoria anunciada de la alianza forjada entre el PRI, los oligarcas, los monopolistas, los intereses corporativos y todos aquellos empeñados en asegurar la perpetuación del país de privilegios.
Felipe Calderón será tanto testigo como artífice de ese resultado si no comprende la gravedad de la situación. La contundencia del mensaje enviado en la última elección. La magnitud del llamado de atención. Preocupantemente, todo parece indicar que no ha sido así y que Calderón y su cábala han optado por minimizar el reclamo expresado en las urnas. En vez de reconocer y reaccionar, el Presidente se enquista. En lugar de dar un mensaje claro que lo ayude a reposicionarse, el Presidente opta por replegarse. En vez de ponerse a pensar en el Plan B, parece empeñado en aferrarse al Plan A: algunos ajustes en el gabinete, un cambio de cara pero no de visión dentro del PAN, una apuesta renovada a la alianza con el PRI en el Congreso, con la esperanza de sacar -por lo menos- un par de reformas incipientes. Tres años más, similares a los últimos nueve.
Sí, nueve años. El electorado no va a hacer la diferenciación entre Vicente Fox y Felipe Calderón que el último exige; en el 2012 la población evaluará el paso acumulado del panismo por el poder y emitirá un voto de castigo ante lo que pudo haber sido y no fue. Ante las prácticas que el PAN debió haber criticado pero emuló. Ante los remanentes del viejo régimen que el PAN debió haber combatido pero con los cuales prefirió aliarse. Ante los monopolios que el PAN debió haber desmantelado pero fortaleció. Ante esa narrativa de continuidad, las reformas del periodo calderonista parecerán poca cosa.
Por ello tienen razón quienes abogan por la adopción presidencial de una estrategia de alto riesgo, con la posibilidad de alto rendimiento. Tienen razón aquellos que -como Jorge Castañeda y Manuel Rodríguez Woog- insisten en la promoción de una agenda ambiciosa, modernizadora, catalizadora. Una agenda antimonopolios que abarque el fortalecimiento de la Comisión Federal de Competencia y la creación de una tercera cadena de televisión abierta y la transformación de Pemex y el replanteamiento de la relación entre el Estado y los sectores corporativos y la posibilidad de candidaturas independientes. Una agenda para la protección social que incluya la construcción de un piso mínimo de cobertura, financiado con impuestos al consumo. Una agenda de reformas institucionales que incorpore la reelección y el referéndum y la duración del mandato presidencial y fórmulas para construir mayorías legislativas. Y sí -dada la composición del Congreso- no será posible que Felipe Calderón gane todas las batallas que forman parte de un empuje modernizador. Pero debería librarlas de cualquier modo.
Porque si el Presidente no hace suyo un Plan B, va a ser difícil que pare el regreso del PRI a Los Pinos. Si no asume la causa de la modernización, va a ser imposible evidenciar a todos los priistas que no la comparten. Si no convoca a la ciudadanía a cortar las ataduras del viejo régimen, contribuirá a su resurrección ante la falta de opciones. Si no demuestra la actitud de lucha, de coraje y de rebeldía que lo ha caracterizado en sus mejores momentos, acabará como el mayordomo en la novela de Kazuo Ishiguro, The Remains of the Day: un hombre aislado y solitario, que al rumiar sobre su vida ni siquiera es capaz de reconocer las oportunidades que perdió. Un mayordomo tan empeñado en preservar su dignidad que olvidó para qué servía.
http://www.reforma.com/editoriales/nacional/514/1027545/default.shtm
PLAZA PÚBLICA
Paoli se va del PAN
Por Miguel Ángel Granados Chapa
El jueves pasado Francisco José Paoli Bolio renunció a pertenecer al Partido Acción Nacional, al que se vinculó en 1991 y del que fue miembro sobresaliente desde 1993. Pidió al presidente del partido, César Nava, que borre su nombre del padrón de miembros por tres poderosas razones: "el partido ha dejado de ser un instrumento al servicio de los ciudadanos"; él ha dejado de ser "una persona útil al PAN como" cree "haberlo sido por más de tres lustros"; y a fin de "quedar en mejores condiciones para realizar la investigación sobre el sistema de partidos", que ha emprendido. Pues, explica, "es muy difícil que mi análisis del PAN y de los otros partidos pueda ser considerado imparcial mientras sea miembro activo" de esa organización.
Doctor en ciencias sociales, Paoli recorrió un largo trayecto político, que en ocasiones dejó espacio para una fructífera tarea académica. Además de dirigir departamentos y divisiones de estudios en la Universidad Iberoamericana, su alma mater, y en la unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana, sirvió a esta institución como rector de la Unidad Xochimilco, y como abogado general. Su amplia producción bibliográfica muestra que aun en sus etapas de intenso activismo pudo reflexionar sobre la historia y la política de nuestro país, de las que es un profundo conocedor. Ha hecho también literatura; está por salir de las prensas su novela más reciente, que gira en torno de la vida de Justo Sierra O'Reilly y tiene como trasfondo siglo y medio de historia de su natal Yucatán y la península toda.
Desde muy joven, cuando cursaba la carrera de derecho, obedeció a su impulso de buscar o construir un espacio que ensanchara la estrecha democracia en el sistema autoritario priista en que vivimos durante décadas. Trató de aclimatar en México la democracia cristiana y en ello andaba cuando pareció surgir una posibilidad de raigambre nacional. Lo que ocurriría décadas después empezó a manifestarse en amplias porciones de la sociedad cuando Carlos A. Madrazo, despedido del PRI por la rigidez feroz de Gustavo Díaz Ordaz, se encaminó a generar una nueva opción política, recuperando valores populares y democráticos como los que animaron, aunque suena a paradoja, a Vasconcelos y Cárdenas. El Partido de la Patria Joven -el bautizo corrió a cargo de Paoli- se anunció como una promesa feraz que no pudo fructificar por las vacilaciones de su inspirador y luego, de modo más definitivo, por su muerte, que tardíamente su hijo Roberto ha tenido como resultado no de un accidente sino de un atentado.
Frustradas esas primeras esperanzas, Paoli se adhirió a la que promovía Heberto Castillo. A su lado, como dirigente del Partido Mexicano de los Trabajadores, Paoli se aproximó a la meta de los políticos de buena cepa, aquella en la que se sustituyen ideales y sueños por proyectos. No pudo concretarlos cuando el PMT se unió a la izquierda comunista para crear el Partido Mexicano Socialista.
Tras un breve receso, Paoli atendió la invitación de su amigo y contemporáneo Diego Fernández de Cevallos quien propició, sin forzar su ingreso al partido, que Paoli fuera diputado federal. Luego, afiliado ya al PAN, se desempeñó como un activo y leal militante. En su carta de renuncia, Paoli recuerda a Nava que fue miembro de la Asamblea de Representantes, elegido por mayoría en su distrito; secretario de estudios del comité nacional presidido por Felipe Calderón; y miembro del propio comité encabezado por Luis Felipe Bravo Mena. Fue consejero nacional durante seis años, coordinó la elaboración de la plataforma legislativa en 1997, mismo año en que volvió a la Cámara. Fue en esa histórica legislatura -la primera donde el PRI no contó con la mayoría- subcoordinador de la bancada panista, y su eminencia en la nueva forma de conducir los trabajos legislativos se expresó en el papel que tuvo en la reforma a la Ley orgánica y en ocupar la primera presidencia de la Cámara elegida por un periodo anual, no mensual.
Durante casi tres años, fue subsecretario de desarrollo político de la Secretaría de Gobernación, cuyo titular era Santiago Creel, a quien Paoli manifestó su desacuerdo, desde una perspectiva ética, jurídica y política, por otorgar a Televisa permisos para establecer centros de apuestas, que se han multiplicado para daño de la juventud. Y todavía realizó tareas programáticas para el gobierno de Calderón. "Agradezco -dice a Nava- las encomiendas de todas esas tareas y responsabilidades, que me hicieron posible servir a México como miembro del PAN".
Pero ese partido, según su parecer, ha abandonado algunos de sus principios y modos: "En la mayoría de los casos para la selección de candidatos a diputados federales, no hubo respeto a los principios y procedimientos democráticos... sino que las decisiones se tomaron en la cúpula del partido" se ejercieron "presiones sobre precandidatos que no eran del gusto de la dirigencia nacional. En la expresión de convicciones que lo llevaron a enfrentarse a Manuel Espino, Paoli denuncia que el PAN "ha sido penetrado por grupos ultramontanos de extrema derecha que tienen privilegios para el lanzamiento de candidatos, nombramientos gubernamentales y paragubernamentales, en los equipos del gobierno nacional, de los estados y los municipios".
La renuncia de Paoli debería ser un insumo para la Comisión de análisis y reflexión creada a regañadientes ante el desastre del 5 de julio. Pero temo que en vez de estudiarla se le aseste trato de desertor.
Cajón de Sastre
Importa mucho auditar el gasto realizado en la LX Legislatura, la que al fin de esta semana llega a su término, como lo propone Porfirio Muñoz Ledo, que retorna a la Cámara en que tanto brilló entre 1997 y 2000. Pero hay algo más sencillo que acordar el examen de lo que se hizo en el pasado: los legisladores entrantes tienen frente a sí la dorada oportunidad de renunciar a los privilegios, onerosos y enojosos de que disfrutan los miembros del Congreso. Al ya elevado monto de la dieta se suman otros salarios, algunos de ellos tan absurdos como el de "asistencia legislativa", que significa que a los diputados se les paga por asistir además de la dieta misma, aunque el concepto se disfrace diciendo que sirve para pagar instrumentos y servicios de trabajo que la Cámara debe proveer. Renuncien a esos gajes los nuevos diputados.
miguelangel@granadoschapa.com
http://www.reforma.com/editoriales/nacional/514/1027540/default.shtm
Expresando ideas de cómo leo la política, esperando generar reflexiones, para poder crear, una convivencia más humana, entre todo actor social. Una nación conformada por SUJETOS, podrá remar de manera más sencilla, al puerto donde la igualdad y la justicia social, sean una realidad, y no promesas como parte de discursos, que se re-estrenan, cada temporada electoral.
NO HACER CASO DEL RECUADRO QUE SOLICITA CONTRASEÑA
Ignoro cómo es que aparece un recuadro solicitándole escriba usted una contraseña para consultar el blog. NO HAGA CASO y cierre el recuadro que aparece. Gracias
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