Realidad o ficción
María Amparo Casar
16 Jul. 07
En el ejercicio ideado y puesto en marcha por la organización independiente Fondo para la Paz y la revista Foreign Policy se define a los Estados fallidos como aquellos en los que sus gobiernos han perdido el control del territorio o el monopolio del uso legítimo de la fuerza; carecen de la autoridad para tomar decisiones colectivas, para garantizar los servicios públicos y para obligar a la población a pagar impuestos; sufren la práctica de la corrupción y el crimen organizado. Son Estados que -por excesos u omisiones- no pueden cumplir con sus obligaciones. ¿Suena familiar, verdad?El affair Zhenli Ye Gon y los sabotajes a las instalaciones de Petróleos Mexicanos han puesto de manifiesto que México bien puede ser calificado como un Estado fallido o fracasado. A estos dos casos se puede agregar la dificultad para tomar decisiones colectivas -léase el Congreso- en materia fiscal, energética o educativa y el mapa territorial de las zonas que han sido tomadas por el narcotráfico y el crimen organizado y que el gobierno de Calderón se ha propuesto recuperar.Por sí solo el caso de las importaciones de seudoefedrina del empresario chino daría suficiente materia para documentar la vulnerabilidad e incapacidad de las instituciones mexicanas. Vulnerabilidad que se expresa lo mismo en corrupción que en fragilidad o ineptitud.Podemos seguir engañándonos con que lo de Zhenli Ye Gon es nada más un cuento chino pero es mucho más que eso. Es perfectamente plausible que los dichos del chino estén cargados de grandes dosis de mentira y fantasía. Que estas mentiras estén dirigidas a sacudir a la opinión pública y descolocar a las autoridades. Que sean parte de la estrategia de su defensa para negociar en mejores condiciones las penas que debería purgar por haber cometido una decena de delitos en suelo mexicano. Pero, para desgracia nuestra, el cuento chino -haciendo a un lado todos sus dislates- tiene más de realidad que de ficción, más de historia que de fantasía.
No puede dejar de calificarse como mera fantasía el que a la mitad de las campañas del 2006 el PAN haya llevado a casa del chino 205 millones de dólares en efectivo, armas de gran calibre, equipos de comunicación e incluso misiles para que en caso de que su candidato presidencial fuera derrotado pudiera financiar actividades terroristas, destruir el orden económico y desestabilizar al país. Igualmente resulta inverosímil que Javier Lozano se haya apersonado con Ye Gon para amenazarlo, chantajearlo y obligarlo a guardar el dinero y las armas.Pero el cuento, la fantasía y la ficción terminan ahí. Lo que no es cuento son las actividades ilícitas del empresario y el decomiso de dólares. Lo que no es ficción es la ineptitud y corrupción de nuestras instituciones. Lo que no es imaginación es que la oposición en lugar de combatir a un delincuente utilice sus declaraciones para desprestigiar al gobierno. Lo que no es simulacro es la falta de cooperación -por llamarla de alguna manera- de las autoridades de Estados Unidos.A partir de la pura investigación periodística -suponemos que hay información reservada que agravaría las cosas- puede documentarse la extensión de la corrupción al interior de las instituciones del Estado -no sólo del gobierno- mexicano, pero también la facilidad con que se puede primero penetrar y después burlar a las autoridades.Haciendo a un lado a los funcionarios y autoridades presuntamente involucrados en actos de flagrante corrupción, he aquí una lista de las instituciones que de alguna u otra manera y con distintos grados de responsabilidad han sido señaladas hasta ahora en las investigaciones hechas por la prensa mexicana y cuya participación en la larga cadena del affair Ye Gon tendrá que ser esclarecida:
Del Poder Ejecutivo:
las secretarías de Salud, de Hacienda (a través de la Administración General de Aduanas y del Servicio de Administración y Enajenación de Bienes), de Marina, de Gobernación (a través del Instituto Nacional de Migración y el Cisen), de la Defensa, de Seguridad Pública, de Relaciones Exteriores y la Procuraduría General.
Del Poder Legislativo:
el Senado de la República.
De los órdenes de gobierno:
el estado de México, Michoacán, Colima, Distrito Federal y Veracruz.
En algunos casos se señala a funcionarios corruptos, en otros se señala la ineficiencia y en otros más casualidades. En todo caso, ¡no es un mal récord! Un extranjero que llegó a México hace menos de un lustro se nacionalizó, se convirtió en empresario, se hizo millonario y pudo tejer una amplísima red de relaciones para corromper o engañar a funcionarios -altos, medianos y bajos- de dos de los tres poderes, de cinco entidades federativas y del 42 por ciento de las secretarías de Estado.
El del chino es un ejemplo para documentar lo fallido del Estado mexicano, pero lo mismo podrían revelar otros casos del pasado y del presente. Un Estado fallido por varios frentes: ineptitud, corrupción e incapacidad para cooperar y para tomar decisiones.
http://www.reforma.com/editoriales/nacional/395/789771/
Y, eso que aún no entramos en el cotejo de los que estuvieron en el sexenio pasado, que casualmente terminan enramados, con muchos de los que conforman los poderes de facto, y ese binomio perverso, Poder/Dinero, que nunca falta en las calamidades, pero sobre todo, que se han ocupado por varios sexenios en generar la iniquidad social
Que se escuche bien y que se escuche LEJOS
Y, sin embargo, se mueve...
Laura Tena
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